Diario de viaje. Salud Enero!


Ya estamos, vuelta de las vacaciones no quedan excusas, hay que arrancar. Enero se despide, y febrero sopla la nuca (pero coldplay está en el medio!). Qué mes odioso!, pasa demasiado rápido y sólo tiene dos días menos! sin avisar entra marzo y se viene todo encima, se acaba el verano, empieza el año en serio. Febrero vendría a ser un preaviso, -che! apurate que arranca!!, pero siempre llego tarde y marzo cae como baldazo de agua fría.
Bueno, estábamos en enero todavía no? quería despedirme de este lindo mes, que hasta ahora se portó más que bien. ¿A dónde de vacaciones? al país con el nombre de un río.
Montevideo dos días, tras un viaje agotador, con varios cambios de micros, valijas pesadas como toda mujer, cargada de un montón de ropa innecesaria pero que no puede faltar, -seguro este verano me lo pongo- ese vestido de playa enterrado en el placard, que nunca uso, en vacaciones lo llevo ( y obvio no me lo pongo). Estoy mostrando mi faceta, no puedo evitarlo, es parte del personaje.
Ciudad Vieja nos abrió las puertas, el barrio, y el hostel homónimo. Muy San Telmo, las comparaciones son inevitables, pero con ese no se qué de la tierra charrúa. Poca la gente, pero con mucha calidez, mucha predisposición al son de - a las órdenes- y sobre todo, buena la onda.
Un poco de recorrida en las pocas horas que pudimos aprovechar: puerto, pocitos, ferias, libros, y mate, mucho mate. Termos bajo el brazo, yerba finita y mates enormes: esa "sensación de estar siempre en casa"*,me gustó esa definición. (*Ramiro Abrevaya dixit)
Madrugón y a volar Paloma.
Dando vueltas con Otto en su taxi que, tras doce horas seguidas trabajando, nos llevó con una sonrisa hasta llegar a la casa del señor con nombre raro: Kelmis, alias Quispe, Cosme, Cosmo, Quilmes, y siguen...
La cabaña era de cuentos, pintada de amarillo por fuera, techo a dos aguas, excelente sorpresa. Mucha comodidad, todos los detalles ubicados en el lugar exacto, ahí donde necesitábamos algo, estaba. Todo gracias a la detallista esposa de don Kelmis, Sandra? o Miriam, o Gladys, o....?
La playa cruzando la ruta, una buena dosis de adrenalina que te helaba la sangre, para generar movilidad entre tanto relax.
Es fácil acostumbrarse a que el mayor problema sea -cómo estará el día mañana, qué comemos- o...el tema de la noche: -qué bicho nos esperará en la casa cuando lleguemos?- Alacranes, sapos, arañas gigantes, cascarudos, etc...(faltó el oso) la casa estaba en zona de bosque, inevitable que la naturaleza muestre todas sus cartas, desde los hermosos árboles hasta... un sapito al lado del inodoro....aaaahhh!!! Qué grito dimos cuando lo vimos! y tras luchar dos gigantes ante el pequeño sapito que no medía más de 8cm., terminó agonizando después de un escobazo en el hemisferio derecho de su anfibio cuerpo...(todavía siento culpa)
Prontas para la Pedrera.
- El colectivo pasa cada 15 minutos- nos dijeron, esperamos en un resabio de sombra que a medida que pasó el tiempo fue desapareciendo hasta que, para alivianar la espera, tres montevideanas nos acompañaron en la insolación. "Ta", "ahi va", terminología en común entre estas tres chicas que no pasaban los 18. Una de ellas, mostraba orgullosa un tatuaje de henna al borde del corpiño; preguntamos qué significaba el dibujo -beshezza-(sic) dijo sonriente.
Dos horas más tarde llegó el colectivo. Nos separaban sólo 15 minutos de La Pedrera, pero valió la pena esperar. Unos chivitos con cerveza previos a la playa, y Bob de fondo nos ayudaron a recuperar fuerzas.
Llegamos, con los pies quemados sedientas de una sombrilla, hasta un parador en el que, ante nuestro pedido, nos miraron como si quisiésemos agua en el desierto. Ante la falta de reparo nos ofrecieron un pequeño lugarcito abajo de una especie de toldo. Hicimos base: lona, lonita, toalla y claro, el mate.
Tras 15 minutos de reposo y recuperándonos un poco del calor, el dueño del parador se nos acercó con un plato de...sandía! lo miramos babeando como el perro de Pavlov pensando que era para otros, pero no! vino directo a nosotras y sonriente nos ofreció el preciado fruto del verano!...esas cosas que tiene Uruguay.
El atardecer en la Balconada, es sencillamente increíble, sorprende ver algo tan inmenso, tan colorido, y nosotros tan chiquitos...digno de verse.
Los siguientes días mucho, sol, mucho La Aguada. Llegando al final, descubrimos que uno de los paradores que usábamos de W.C de noche se convertía en un lugar de culto: culto a las rabas (increíbles), a la Patricia (riquísima), culto a la buena música, (con hambre no se puede pensar! dixit: No te va a gustar) y delante nuestro, unos reflectores iluminaban la playa que bailaba con el sonido del mar...casi la perfección (soy exigente)
Ahí pasamos nuestra última noche y nos despedimos de La Paloma, -vuelvan!- nos gritaron...
De nuevo la valija, de nuevo los micros, de nuevo el catamarán (¿?), mucho sueño, un ronquido en cada tramo y...llegamos al Tigre. Cuánta gente por todos lados!! nos habíamos despegado un poco de la masividad porteña. Muy necesario, al menos unos días al año.
Gracias Ce y Cl

2 comentarios:

ceci dijo...

Agrego:
los lomitos más increíbles a bordo del bus
el olor que tomó el bus
las caras de los pasajeros del bus
las manos (y brazos) de ceci sobre el bus.

las cuentas a cargo de Cl
el affair montevideano
galletitas de algas (o de aceite??)
grappa de... miel!
dos lectores de seventeen rosarinos
fono tomate!

..here comes the sun, siempre incompleta!!!

Nuestro sun vino una sola vez, y se quedó todo el viaje.

Gracia a vo´.
Te quiero.

ceci dijo...

by the way: muyy buena la foto!!
de dónde la sacaste?