Esperando

Estaba sentada, con ganas de escribir y no sabía qué. Hasta que me di cuenta de que tengo algo en la cabeza hace una semana que no para de darme vueltas, y me tiene nerviosa. Escribo.
No quiero que lo que pasó se queme, me limito a sentimientos encontrados y pensamientos cruzados. Estoy ansiosa, y necesito una respuesta. Si es por sí, buenísimo, rebozo de alegría y excitación, si es por no, caeré un rato en la tristeza, pero aprenderé de mis errores y seguiré avanzando, lo concreto es que necesito una respuesta, porque el estar así angustia, es un estado del no-estado, como esperando algo con las manos abiertas, los brazos extendidos y el corazón latiendo. ¿Cuánto más puedo sostenerlo?, aunque la verdad es que prefiero estar así, expectante, y no caer en la resignación, porque es cruel.
Necesito una respuesta, no se olviden de mí.

3 comentarios:

ceci dijo...

Ahh ya entiendo para qué querías el libro de las respuestas literarias. Me vas a contar?

Pablo Hacker dijo...

yo tengo un vecino con el que nunca crucé más de dos palabras. Vive al lado, cuando pone la llave para entrar parece que está abriendo la puerta de casa. es gordo, pelado, petiso, encorbado, huele mal, habla fuerte pero constante, como una radio (y atraviesa las paredes) y nunca saludó ni se presentó (llegó mucho después que yo al edificio y soy de los que piensan que por amabilidad no está mal curzar algo más que un par de palabras con el resto de la humanidad). en fin, una persona que no me inspira ni un poco de confianza. cada dos por tres lo vienen a buscar de su laburo, y tocan el timbre durante una hora "flaco, si no responde es porque no está", termino respondiendo yo por la ventana. "es que no apareció por la oficina", me responden desde abajo. "ahá, pero no sigas prendido al timbre porque es un poquito molesto". esto pasa regularmente (y yo tengo pocas pulgas). no confío en él. no es que quiera una amistad con mi vecino, pero un poco de onda no vendría mal. aprovecho entonces y me sumo "¡ODIO A MI VECINO!"

agustinama dijo...

En general uno tiene experiencias en el pequeño radio de su casa que de afuera pueden resultar insignificantes, de hecho, suelen serlo para uno en cuanto cruza el umbral de la puerta. Pero mientras se está en casa y esas cosas alteran la paz del hogar nos parecen de las peores! entiendo el sentimiento claramente.
Gracias Pablito!
besos, Agus.